
Al otro lado, la oscuridad y la muerte se adueñaban del lugar. Las calaveras se apilaban al lado de una roca negra y las personas se odiaban unas a otras destinadas a estar juntas. Se oían gritos de terror y de arrepentimiento pero ya no había vuelta atrás; aquello era el infierno, un lugar de tortura eterna.
Yo me encontraba en medio, flotando hacia delante sin poder detenerme, enfrente había varias personas aladas que resplandecían como el Sol, ellos serían quienes me juzgarían. Pero yo ya conocía su elección. Con tan solo diecisiete años iria al infierno por enamorarme...de un ángel caído que me engañó, y me condujo a la tragedia absoluta.
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